Conceptos básicos de psicomotricidad

19 noviembre 2014 at 8:52 pm Deja un comentario

Conde Caveda, Moreno, Garófano

La construcción de las estructuras cognitivas se fundamenta en componentes biológicos y sociales. Las primeras afectan a la organización y la madurez del sistema nervioso, cuya evolución hace posible la ampliación de las funciones cognitivas y motrices visibles en las acciones del sujeto que reúne, agrupa, clasifica y distribuye objetos. Las segundas abarcan los efectos del entorno social en la actualización y el refuerzo de las posibilidades cognitivas gracias al lenguaje y a las funciones simbólicas.

Las funciones cognitivas nos permiten reflexionar o actuar en un contexto concreto, adquirir un comportamiento o conocimientos; incluyen, por ejemplo: la inteligencia, la organización perceptiva, la integración sensorial, la atención selectiva, la memoria, el lenguaje, el pensamiento, la organización espacial, la organización temporal a las cuales se añade, a veces, el predominio lateral y el esquema corporal aunque estos dos elementos no constituyan, hablando con propiedad, funciones cognitivas. La idea que más ha prevalecido en el contexto de la psicomotricidad, y que ha sido su razón de ser, es que un buen desarrollo de estas funciones es condición previa para los aprendizajes escolares y que de su dominio depende el éxito en lectura, escritura y matemáticas. Por lo tanto, hay que trabajarlas para facilitar la adquisición de los conocimientos asociados al aprendizaje previsto; la inmadurez del niño puede representar una causa de retraso intelectual, pero también actuar sobre los otros elementos funcionales. Los programas de desarrollo de las funciones perceptivas y su evaluación (Frostig, 1963; Bender, 1946; Santucci et pecheux, 1979), característicos del enfoque educativo, se han basado considerablemente en esta creencia hasta que el estudio de su impacto los ha vuelto a poner en tela de juicio.

La educación psicomotriz está muy generalizada sobre todo en el medio escolar y tiende a integrar las funciones motrices y mentales bajo la influencia combinada del desarrollo (madurez) del sistema nervioso y de la educación (entorno). Para adquirir las nociones de pesado-ligero o de densidad, por ejemplo, basta sopesar con las manos objetos de volúmenes y de pesos distintos: la variación de la fuerza de las contracciones musculares necesarias para sostenerlos (ya que en realidad los músculos son tanto receptores sensoriales como efectores motores) y que los niños experimentan, hará que éstos entiendan directamente esos conceptos. Percepción, acción y representación constituyen la trilogía fundamental de la educación psicomotriz (Berthental, 1996; Bushnell y Boudreau, 1993). Pero eso no quiere decir, en modo alguno, que la motricidad aumente la inteligencia del niño; sino que es la acción motriz la que da cuenta de su potencial. De hecho, se trata de poner a los niños en situaciones concretas y aprovechar esto para facilitar la adquisición o de comprobar que se entienden las nociones previas, o no, a los aprendizajes escolares mediante estímulos sensoriales y motores (Lapierre y Aucouturier, 1974; Le Boulch, 1972; Picq y Vayer, 1984). Estas nociones, cuya lista está más dedicada al uso que por lo racional, hacen referencia al esquema corporal, la lateralidad, la coordinación motriz, de naturaleza fina o global, la organización espacial, la organización temporal, la percepción de los contrastes y la expresión-comunicación. Son cruciales para establecer una relación correcta con el mundo, y a partir de ellas se elaboran ejercicios sistematizados en el aula o en el gimnasio, especialmente durante los primeros años de la escolarización, hacia los 8 o 9 años.

Las canciones motrices. Ed INDE: Barcelona, 1999 / RIGAL, Robert. Educación motriz y educación psicomotriz en Preescolar y Primaria. Ed INDE. Barcelona, 2006.

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TRABAJAR EN LA VOZ

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